Cerca
de este lugar vivía una joven princesa incaica. Que era conocida por todos como
Huacca-China (la que hace llorar). Era una princesa de verdes pupilas, áurea
cabellera y que cantaba de una manera extraordinaria hasta el punto que todo
aquel que escuchaba su melodía lloraba, porque ella tenía un secreto y es que
su corazón quedo enamorado de un feliz varón.
La
princesa buscaba un rincón donde llorar y al hallarse libre, cavaba ante el
árbol un hueco donde hundir el dulce nombre de su amor. Cierta vez en el hueco
que había abierto en la arena, ante el algarrobo, se llenó de agua tibia y
sumergió su blanca desnudez. Cuando salió del baño, se envolvió en la sabana y
al verse en el espejo, descubrió un espía, un cazador, que al ver su belleza,
quedó prendado de sus encantos, viniéndose como un sátiro, hacia ella.
La
princesa huyó seguida obstinadamente por el cazador entre las dunas y breñas en
las cuales iba dejando trozos desgarrados de su manto, que por momentos dejaban
ver su desnudez. La sabana quedó enredada en un zorzal y la princesa quedó
desolada sin fijarse en nada. Entonces la sabana abierta se hizo arenal. Siguió
huyendo la princesa con su espejo en alto, cuando quiso dar un salto tropezó y
de su puño falto de fuerzas, se escapó el espejo. Y ocurrió una conmoción, pues
el espejo roto se volvió una laguna y la princesa se transformó en una sirena
que en las noches de luna sale a cantar su antigua canción.
Los
Comatraneros (ciudadanos de la zona) sostienen que existe una corvina
encantada, la cual dicen haberla visto, pero más que calan las redes nunca
llegan a apresarla. También hay una leyenda de la vieja que toca su cajita para
aumentar de ese modo el caudal del agua y es la explicación que da la gente
para ese extraño sonido de los cerros cuando lo bate el viento.
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